El átomo que lleva una carga eléctrica se llama ion. La carga de un ion es igual al número de protones menos el número de electrones. La carga iónica es la carga positiva o negativa de un átomo. La carga depende de la configuración electrónica del átomo y del número de electrones de valencia. Los elementos del mismo grupo en la tabla periódica tienen el mismo número de electrones de valencia. Por tanto, las cargas de los iones son generalmente las mismas. En general, los átomos que forman iones positivos (cationes) se ubican a la izquierda de la tabla periódica. A la derecha se encuentran los átomos que forman una carga negativa (anión). Los valores de carga bajos están fuera de la tabla periódica y aumentan a medida que avanza hacia adentro.

Las cargas iónicas por grupo en la tabla periódica son las siguientes:
En resumen, los átomos neutros tienen la misma cantidad de protones y electrones. Sin embargo, en la naturaleza, muchos átomos pierden o ganan electrones y cambian de carga neutra a positiva o negativa. Un átomo que adquiere carga ganando o perdiendo electrones se llama ion.
Los metales tienen una alta tendencia a perder electrones. Cuando un átomo de metal pierde electrones, tiene más protones que electrones. Por tanto, el átomo ahora tiene carga positiva debido al exceso de protones. Todo ion cargado positivamente se llama catión.
Los no metales tienden a ganar electrones. Esto significa que un ion formado por un átomo no metálico tiene más electrones que protones y tiene una carga general negativa. Anión es el nombre general que se le da a cualquier ion cargado negativamente. El hidrógeno se comporta un poco diferente a los demás. La mayor parte del tiempo pierde su único electrón y se convierte en catión. Sin embargo, existen algunos casos raros en los que puede ganar electrones y convertirse en un anión.
Los iones con la misma carga se repelen y los iones con cargas opuestas se atraen. Por lo tanto, los iones normalmente no existen por sí solos, sino que se unen a iones con cargas opuestas, formando una red cristalina. El compuesto resultante se llama compuesto iónico y se dice que se mantiene unido mediante enlaces iónicos.
La contaminación iónica se produce cuando quedan residuos iónicos, por ejemplo, en una placa de circuito impreso, lo que dificulta la fiabilidad y la funcionalidad. Un residuo iónico contiene átomos o moléculas que se vuelven conductores en una solución. Las pruebas de contaminación iónica ayudan a prevenir posibles fallas de la PCB al identificar la ubicación y el tipo de contaminación iónica presente en la PCB antes de que esta contaminación tenga la posibilidad de alterar el sistema.
El deterioro del rendimiento general es el riesgo más dramático y significativo causado por la contaminación iónica, pero no es el único riesgo. La contaminación iónica es un problema crucial porque acelera las razones por las que los PCB finalmente fallan, como la corrosión del metal, la migración electroquímica y el desgaste.
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